Homero, al principio de la Iliada, le pedía fuerza a las musas para cantar. Hesiodo se preguntaba, en lo alto del Helicón, que por qué a él. Un par de milenios antas, Aruru había dado forma a Enkidú con su poderosa saliva, lo llamó también con agasajo de nombres: valiente, héroe, campeón de Ninurta... Todos ellos repiten el rito ancestral del viaje, de la necesidad de cantarlo y de pedir fuerzas para poder hacerlo. Así, ocurre también con Agustín Calvo Galán en esta llamada de la aventura.