No hay nada más antiguo, recurrente y rutinario que el poder de intimidación y dominación del castigo. Y pocos castigos han minado tanto la voluntad popular, pocas instituciones lo han condensado de manera tan nítida, como la cárcel. Los dolores y las penas que pueblan estos breves relatos nos dan cuenta de la crueldad y el absurdo inherentes al encierro humano. Pero, como un maravilloso reverso que siempre