Cuando se lee Alicia en el país de las maravillas, se puede imaginar al autor caminando al lado de unas niñas, las tres hermanas para las que inventó el cuento, improvisando continuamente. Como buen profesor acostumbrado a llenar pizarras de números, su relato no pierde el hilo, siempre resulta coherente, dentro de lo absurdo que está contando, y se siente animado por las miradas chispeantes de las pequeñas.
"Llegó intacto, mucho tiempo antes ya lo había adquirido, pero lo perdí, encontrarlo de nuevo me sorprendió mucho, el libro llegó muy bien y en tiempo, muchas gracias."