La mirada ajusta su lente, un ojo que tiene alas y planea sobre la minucia, se abre al universo, contempla una jauría, sobrevuela mares remotos, es capaz de trasladarse sin límites temporales ni territoriales. Pensar como ave. Pensar en el barullo, el sobresalto del miedo permanente, la vociferación, el exceso. Pensar en las salvajes habitaciones que hemos construido, las ciudades que se han sentado sobre bosques, la gramática que silencia a los pájaros. Esta poesía piensa en la fugacidad sin deseos. Paneo fundido a negro; las alas que se abren y se alejan de las escenas sin alarde ni sentencia. El universo que se deshace. Y este ojo que observa, deja entrever un soplo, un vacío / anterior a las palabras. Rosabetty Muñoz