Los baños han sufrido una completa transformación a lo largo de la historia, y han evolucionado con el paso de los años, las costumbres y las características de cada época y cultura. Ya en la antigüedad, tomar un baño era sinónimo de ritual, de culto al cuerpo e incluso, en los baños públicos, lugar de reunión. En otras épocas, la higiene no fue una prioridad entre las clases sociales, por lo que el baño era prácticamente inexistente o bien no tenía un lugar fijo en la vivienda. En el siglo XIX la preocupación por la higiene aumentó y los baños empezaron a ubicarse en un espacio propio, considerado un ambiente independiente del resto de la casa. La innovación tecnológica introduce nuevos modelos, materiales y revestimientos más resistentes a la humedad y al agua. Se eligen con intención decorativa, en función del gusto y la personalidad del propietario. En la actualidad, se proyectan amplias habitaciones con luz, con zonas bien delimitadas, o bien pequeños baños con soluciones muy prácticas para aprovechar al máximo el espacio, con la intención de que los usuarios puedan dar al baño un uso funcional y destinarlo, a la vez, a zona de relax y descanso. Y todo ello sin tener que renunciar a la intimidad que, sin duda, necesita esta estancia de forma especial. Los nuevos diseños abogan por la combinación de materiales tradicionales (madera, cristal, cerámica y mármol) con revestimientos innovadores de gran resistencia y fácil mantenimiento (porcelanas, resinas...), sin descuidar los nuevos avances tecnológicos en todo tipo de sanitarios e instalaciones en general, como la aplicación de la domótica, que constituye el primer paso para configurar el baño del futuro. Hoy existen múltiples propuestas que permiten proyectar un baño clásico o muy vanguardista, de estilo rústico o de estilizadas formas minimalistas, con una mirada al pasado o en consonancia con los estilos más modernos. Las influencias escandinavas y japonesas han convertido el baño en un espacio en el que la salud y la relajaci