Nada importa más saber de la vida de cierta clase de hombres, que todos sus trabajos y objetivos a los que han dedicado sus esfuerzos sin claudicar. La vida de los hombres públicos, sean quienes sean, debe presentársela o bien como ejemplo para que se imite o para que dé una lección que evite reincidir en sus defectos. Se ha dicho, y muy bien dicho, que “el estudio de lo pasado enseña cómo debe manejarse el hombre en el presente y en el futuro” porque, no nos engañemos, la naturaleza de nuestro ser es siempre la misma, aunque las circunstancias alguna vez la disfracen.