El no poder salir normalmente de casa y al ser seres sociables por naturaleza a muchísimas personas les produjo terror y no exagero con la palabra.Más allá de tener mis propios consultantes antes de declarada la pandemia y darles como siempre lo he hecho la bienvenida a la consulta particular, ofreciéndoles mi escucha activa con el afecto de siempre y aclarándoles que se sientan con total libertad de hablar conmigo de lo que sea, recalcando por supuesto que jamás iban a ser juzgados, sino que eran encuentros para ayudarlos a transitar en el aquí y ahora, sea cual sea el problema o motivo que los había acercado a mí y tratar de acompañarlos en el problema existencial del momento que los convocaba a mi encuentro. Aproximadamente después de veinte días de comenzada la cuarentena obligatoria, no sólo tuvimos juntos que adaptarnos a la atención por video llamada, sino que he recibido al inscribirme en la plataforma virtual llamados de personas que no conocía y que pasaron a ser mis consultantes también.Fueron varios los consultantes con los que tuve que acordar un horario y día de encuentro por video llamada, algunos de ellos ya se sienten más seguros y solos, como ocurre en consultoría se dieron el alta, siempre teniendo en cuenta la premisa que ante cualquier necesidad, aquí voy a estar para escucharlos cuando lo vuelvan a necesitar. Otros aún los sigo atendiendo en forma gratuita.