Desde la segunda mitad de los años sesenta, y durante casi dos décadas, la URSS controlada por Breznev pasó por una larga etapa de estancamiento económico y de inercia política, que paralizó todo proyecto de reforma hasta que la gerontocracia comunista desapareció. Ello facilitó la llegada al poder de Gorbachov, quien puso en marcha la perestroika o proceso de reestructuración general de la economía, la política y la sociedad. Sin embargo, la degradada sotuación en la que se encontraba la URSS y la impericia del equipo dirigido por Gorbachov no pudo frenar el proceso que llevó a la desintegración de la Unión Soviética, consumado a principios de la década de los años noventa.