Entre los deberes espirituales de su sacerdocio y las ataduras temporales de su entorno, los curas de almas en la monarquía hispánica vivieron complejos procesos relacionados con la administración parroquial, las gestiones episcopales y reales, y la búsqueda de ascensos en sus trayectorias clericales. En un contexto definido por el regalismo borbónico, los clérigos que asumieron el ministerio parroquial aunaron el servicio sacramental con vinculaciones a proyectos en las corporaciones civiles y eclesiásticas.