Los versos de Monika surgen de ese minúsculo espacio que albergamos en el pecho, aquél en el que las emociones dan paso a las palabras. Ese pequeño punto incierto donde sentimos, percibimos, desciframos y destilamos. La diferencia es que, en el caso de Monika, ese espacio es infinito y lo único que tiene de incierto es el umbral de su sensibilidad, que cada vez es mayor.