Si el origen que del amor cristiano se encuentra en la enseñanza bíblica del verbo hecho carne, en el poemario "Diarios íntimos", con el que Yorlady Ruiz se hizo al primer puesto del concurso de escritores pereiranos, modalidad en poseía 2012, se retoma la concepción pagana del cuerpo hecho verbo. Es decir, no hay un Dios que nutra al cuerpo con sus efluvios creadores, al contrario, es desde el cuerpo que se establece una relación con lo sagrado. Relación que se crea desde un eros, desde una pasión que no acepta más que su propia identidad, su absoluta y libre determinación, su más acabado egoísmo, excluyendo cualquier vínculo de permanencia y de sujeción. El cuerpo es entonces el supremo templo del amor, pero el amor desde el encuentro que propicia el deseo, el furioso embate de lo sexual. Desde allí se crea un lenguaje, lenguaje que rompe con lo establecido abandonando la pretensión de la perennidad por el supremo goce del instante. Son cuerpos fragmentados, rotos por la tenacidad de sus encuentros, de sus luchas nocturnas, limitados por las líneas de su propia oscuridad, Cuerpos heridos por el tiempo en que sobreviven. Son los cuerpos del eros y de la guerra, "Encerrados, /cercenados, / cuerpos que se lanzaban al agua/ para amortiguar el fuego hiriente del deseo"... Omar Ortiz