Solo aspiro a que estos cuentos, de un aficionado a los gatos, a la poesía, a los colibríes y al bosque colombiano, le digan algo simple y profundo al niño que se atreva a dejar por un buen rato el televisor y las redes sociales, mientras abre estas páginas para que viaje al río Atrato, conozca al manatí, a Mariposa, a Niño Dragón, a la vaca Josefina; se enfrente al Devorador de Balones y escuche lo que le dicen los tridentes del diablo.