Al hilo de la correspondencia entre dos hermanos exiliados, el eco de los muertos, la radio y un gusto irrefrenable por los mitos, se va construyendo esta novela. Es la historia de una saga familiar en lucha constante contra la adversidad, contra el tiempo, contra sus deudas de sangre; pero, sobre todo, es el empeño de sus integrantes por agrupar la multiplicidad de historias en torno a Castroluce, el pequeño pueblo de origen, el punto de referencia de los sueños, el último conjuro contra el olvido... Las tramas se reparten entre espacios reales –Buenos Aires, Chicago, Madrid...– y esa mezcla de cárcel y paraíso perdido que es, para los protagonistas, Castroluce. El tiempo de las lluvias es, además de una novela coral con excelentes estrategias narrativas y una prosa llena de crudeza y poesía, un hermoso ejercicio de mitificación.