Los griegos tenían la costumbre de llevar a bordo del barco en sus viajes algunos animales, sobre todo monos y perros. Sucedió pues, que un barco cargado con grandes tesoros, y que precisamente llevaba a bordo tales animales naufragó no lejos de Atenas. Una fuerte tormenta desmanteló el barco, que se hundió. Muchos hombre hubieran perecido en naufragio a no ser por los delfines.