Tradicionalmente el ecofeminismo o feminismo ecológico ha sido caracterizado como un feminismo de la diferencia porque, además de la igualdad entre los sexos, reclamaba la relevancia de valores genéricamente femeninos como complemento de los valores masculinos convencionales propios de la tradición patriarcal occidental. En esta ocasión, quisiera empezar abandonando esta caracterización, así como la dicotomía entre feminismos de la igualdad y de la diferencia, para sostener que la igualdad y la diferencia son dos caras indisociables de la misma moneda, más que dos alternativas.