Esta propuesta que el lector tiene en sus manos, tal vez sea la estrategia metodológica para no sucumbir a un creciente tecnicismo jurídico y la lapidara existencia en los planes curriculares de la materia de filosofía del Derecho. Negarse y tal vez, morir en el intento de construir ambientes de crítica al orden jurídico vigente, tendientes a participar en proceso de transformación en la academia y en la realidad nacional, será el reto de los juristas jóvenes y de los proyectos de investigación. Por ello, la esperanza del autor es que las opiniones aquí expresadas no se conviertan en un texto sino en pretexto para abrir discusiones y propuestas a nuestra versión de Justicia institucionalizada, a través de la conformación de redes intelectuales en las que se transmitan y se compartan problemas y soluciones ius-filosóficas.