El 8 de diciembre de 1982 Gabriel García Márquez recibió de la Academia de Letras de Suecia el Premio Nobel de literatura. En la ciudad de Estocolmo pronunció, esa noche, el discurso memorable La Soledad de América Latina. En esta pieza literaria y poética circunda la más bella imaginación, los dolores históricos de nuestra América, la naturaleza sublime de los paisajes de estas tierras, las manos creativas de sus gentes, los sueños de hombres y mujeres convencidos de segunda oportunidad en la tierra de vivir plenamente. Toda la obra literaria y existencial de Gabriel García Márquez expresa lo mejor de la práctica política, lo universal de la vivencia humana, la más hermosa poesía de la vida, la alegría y el placer de las voces populares, los amores encantados, sufridos y trágicos de personajes mundanos. García Márquez fue un defensor de la dignidad de los hombres, exaltador de las letras de los pueblos del mundo, de la escritura de imaginación y de pensamiento poético, de los sentimientos más profundos de solidaridad y convivencia, crítico de la violencia y la negación del otro, amante de la diversidad cultural y la historia, creador de lenguaje de honda humanidad y maestro de educación. Siempre andaba pregonando poner el país al alcance de los niños. Por todo ello García Márquez fue un gran lector del mundo humano.