Guardianes de la frontera es una novela coral donde las voces de habitantes de distintas generaciones e historias de migración relatan en primera persona las riquezas y las miserias, los miedos y las esperanzas vinculados a la vida de quien mora entre dos culturas, entre dos tierras, entre dos lenguas. Con una abrumadora franqueza, Ana Castillo nos presenta a través de las narraciones de Regina, Gabo, Miguel y el abuelo Milton una fotografía no solo de la frontera que paradójicamente une y separa México y los Estados Unidos, sino también de la que allá se perfila tristemente tenue entre la vida y la muerte. El título pretende condensar la duplicidad de la guarda, ejercida por algunos como vigilancia y control, y como custodia y cuidado por otros, en una tupida maraña de relaciones humanas e interdependencias. A los pies de la montaña, atalaya a su vez de esta zona limítrofe, conviven los coyotes, parásitos de la injusta y abominable maquinaria del tráfico de personas, con supervivientes, resignados o esperanzados ante el panorama que los recibe, y la propia estructura de acogida, que busca, no siempre con tino, el equilibrio entre la oferta real del sueño americano y la seguridad frente a una situación que los desborda. Con esta obra, tal y como ella misma manifiesta en la dedicatoria inicial, Castillo desea rendir un homenaje a todas las personas que trabajan por un mundo sin fronteras, y a todas aquellas que reúnen la valía que requiere cruzarlas en todos los sentidos imaginables.