Ya tenéis nuestro país, pero aún no estáis satisfechos: ahora queréis imponernos vuestra religión. Dices que te han enviado para enseñarnos a rendir culto al Gran Espíritu como a Él le agrada; dices que si no abrazamos la religión que enseñáis los blancos seremos desdichados de ahora en adelante. Dices que vosotros estáis en lo cierto y nosotros equivocados. ¿Pero cómo sabemos nosotros que eso es verdad? (...)