Conviene martillarse fijamente en la cabeza la idea de que el trabajo necesario, el que debemos hacer entre todos, consiste en dinamitar esa perversa tendencia a implicar el verbo ser en cualquier área de reflexión relativa a la poesía, incluyendo las interminables discusiones sobre el quién es quién en poesía hasta las aburridas disertaciones sobre temas como la poesía.