Los ojos de un niño mitad chileno mitad argentino se posan en Andreas Brehme, manos en jarra, mirando a Goycochea, en una época en que la gloria aún no era ajena y estaba al alcance de cualquiera. Después vendrá a aprender que hay unos que ganan y otros que pierden, con el futuro como una ambigua promesa de revancha. En "Italia 90" desfilan niños que juegan a ser países, láminas de futbolistas quemándose en un baño, hombres que se oyen como papas ardiendo en aceite, implacables señoritas con olor a guagua y Maradona en silencio, perdiendo por un momento, como si fuera real. Pudo ser "el último Mundial antes de la entrada del dinero y la basura" , pero esta novela es también la historia de una familia descolocada, a medio camino de la cordillera en sus afectos, en busca de un símbolo que no sea la derrota.