Las personas que viven al interiror de un grupo familiar o desean conformar una familia necesitan recibir entusiasmo y orientación, para poder tener la confianza de que la vida en comunidad es posible y vale la pena. Entre los miembros de una familia debe existir aprecio mutuo, pues es lo que les permite reconocer, con objetividad, las fortalezas y debilidades de cada uno y encontrar la manera de sobrellevarse mutuamente. Pero hay algo aún más importante: ellos deben saber que el amor de Dios es la gran red que los anima y sostiene.