Érase una vez una arañita ligera, hermosa y fina que al verla de lejos parecía un pétalo desprendido de la flor más reluciente del jardín. Era la mejor cazadora, la que todos admiraban por su belleza y encanto. Ana, la arañita, un día vio pasar a un abejorro inmenso, el más dorado, el más brillante y el más fuerte de todos los abejorros que hasta entonces había conocido. Cuando él pasaba todo el jardín enmudecía. Ana decide atraparlo. Lo observa día tras día, vigila, cautelosamente, cada uno de sus movimientos. ¡Llega el gran día!, Borrachín así llamaban al abejorro por sus continuas fiestas, no puede moverse debido a la fiesta de la noche anterior. La arañita aprovecha el momento, ya es su víctima. Ella cae ante los encantos del abejorro. A partir de ese instante se encarga de llevarle los platos más exquisitos del jardín y sus alrededores.