Taslima Nasrin, con su obra y su arriesgada peripecia vital, que le ha valido ser condenada a muerte por los integristas islámicos, tiene el valor y la entereza de enfrentarse a la negación de los derechos más elementales de la mujer, en estas dos historias que poseen la belleza de la inocencia y la feroz pureza de la autenticidad. La hermana de Nupur. Dos hermanas, unidas por la meticulosa evocación de imágenes familiares y sueños de adolescencia, encadenadas a un ciclo de servidumbres ancestrales, se enfrentan de distinto modo ante la vida en la India. La inquieta aversión de Jamuna ante los mandatos del despotismo patriarcal contrasta con la plácida sumisión de Nupur, que hace suyos los consejos de resignación y mansedumbre. La controversia y rivalidad entre Nupur y Jamuna va tejiendo, en las páginas de esta historia oriental, el tapiz de una complicidad, que sólo algunas mujeres son capaces de sentir y honrar. En Destino de mujer, se narra la ensoñación mítica con la que Hira se dirige hacia un matrimonio arreglado por los padres, una mezcla de fascinación amorosa y ciega hipnosis obediente, es el trágico preludio de una horrible decepción. El despotismo del marido, Alfat, aquel que parecía una buena persona, digna de todos los elogios, estalla en el reino doméstico que gobierna con su infame barbarie. El drama es terrible y cruel, pero, por imposición de la familia, privado.