El largo e interminable papel de discriminación y desigualdades sufrido por las mujeres en el proceso histórico que nos ha regido, y aún, en muchos lugares y de múltiples maneras sigue rigiendo, es tan ostensible como injusto. Tan ostentible como injusto como el desempeñado por ellas mismas en una lucha incansable y agotado ra en aras del reconocimiento de sus derechos. Lucha que, aunque aún lentamente, empie