Quien sabe Joa y sus deseos de estar en la cama con Natalia sean los mismos que de cualquier hombre, lo cierto es que Natalia camina bajo la piel de sus dedos tratando de disfrutar sensaciones del algodón, por ello: cierra los ojos, musita, se calla, exclama, mira y se queja en medio de sus cabellos sueltos; mientras la idea de intimar corre y se escabulle entre sus piernas. Quizá cuando lea la novela me pregunte quién es Joa, cuando termine de leerla sienta que soy Natalia en cuerpo ajeno o sea la historia de mi amiga o de Joa en medio de la sábana roja. Quizá Natalia esté buscando a Joa para pedirle que toque la puerta, aun cuando sepa que siempre está abierta. Al doblar la esquina, se habrá ido.