Los paraísos fiscales están en el núcleo de la crisis europea, pero nadie sabe demasiado bien cómo enfrentarse a ellos. Para unos el combate está perdido de antemano. Desde Londres al estado de Delaware, de Hong Kong a Zúrich, los centros offshore son engranajes básicos del capitalismo financiero, utilizados por los ricos y los poderosos del mundo entero. No hay nada que hacer, aseguran: ciertos países propondrán siempre menos impuestos y reglas que sus vecinos. El dinero encontrará siempre su refugio: buscad aquí, se irá hacia allá. El capitalismo sin paraísos fiscales es una utopía, y la imposición progresiva de las rentas y de las fortunas está condenada a desaparecer, salvo que se invierta en la vía del proteccionismo. Para otros, la batalla está casi ganada. Gracias a la determinación de los gobiernos y de la OCDE, gracias a los múltiples escándalos y revelaciones, los paraísos fiscales pronto agonizarán. Desde la crisis financiera, con los mazazos de los grandes países en busca de nuevos ingresos, todos han prometido abandonar el secreto bancario.