2011 fue el año de la terrible hambruna que asoló el Cuerno de África, las crisis de Costa de Marfil o de las revueltas en los países árabes. Este último conflicto puso en evidencia el escaso compromiso de Europa con las personas refugiadas que huían de los países árabes, especialmente de Libia y Túnez. La Unión Europea reaccionó reforzando su control de las fronteras exteriores en un vano intento por frenar la llegada a sus costas de personas refugiadas, agravando la situación de crisis humanitaria que se vivía en el Norte de África