Raphaël Aubert relata que la primera fiesta pascual después del desplome del muro berlinés fue celebrada el mismo día por los cristianos europeos, protestantes y católicos, cuya demostración de fervor común vino a recordar al mundo que, si no es un vano sueño de intelectuales, la unidad cultural y también política del viejo continente hunde sus raíces en un conjunto de valores espirituales que quieren renacer.