La tristeza es un tema que tiene mucha importancia en la vida psicológica y espiritual. Y como tal ha llamado la atención no solo de los psicólogos, sino de todos los estudiosos de la persona humana, incluidos los autores espirituales. En esta obra el autor pasa revista a algunas consideraciones sobre el tema que encontramos en los grandes clásicos de la espiritualidad católica del llamado Siglo de Oro español (siglo XVI). Fray Luis de Granada describía, con justeza, a la tristeza con la metáfora de la “oscura niebla”. Se trata de una pasión de notable importancia en la vida psíquica de la persona. Lo que se evidencia, entre otras cosas, en la amplitud del vocabulario acuñado para designarla, indicando no solo la frecuencia con que se la menta sino las múltiples facetas que adquiere. Recurren, así, términos como tristeza, dolor, amargura, melancolía (o malenconía, como figura en el romance del Conde Alarcos, escrito a inicios del 1500 o tal vez antes), cuita (“mucho se h’acuitado”, dice el Romance de Landarico), aflicción, desconsuelo, angustia (“Triste está el rey David / lleno de angustia y pasión”, dice el Romance de David llorando a Absalón), etc.