Con un estilo fragmentado y caprichoso, el narrador, un periodista del que poco más se sabe, comienza el relato de sus experiencias desde la niñez inmerso en una realidad asolada por el caos y la presencia continua de la muerte y la violencia. Su hermano, un killer desestructurado; su pareja, una modelo de segunda división; un doctor que acaba convertido en víctima; y una larga relación de personajes, unos inventados, otros reales, entran y salen de su alucinada reflexión, conformado una confesión desesperanzada, no exenta de ironía, sobre la búsqueda de una lógica para la existencia y el fracaso de esta búsqueda. Sobre la base de cada personaje, el narrador cuenta su accidentada existencia, con la omnipresente memoria de una bala alojada en la rodilla, el aborto de su compañera y la enajenación que esto la produce y el delirante recorrido delictivo de un hermano que conversa con una cabeza alojada en un cubo.