La figura del monstruo, que tiene una trayectoria mítica y literaria tan antigua como diversa, es una pieza clave para la indagación de la problemática de la alteridad. Los monstruos tienen que ver siempre con lo otro, con lo contrario, con lo anormal, son figuras de alteridad por excelencia. Exhiben y problematizan diversas maneras de imaginar las relaciones entre identidad y alteridad, referidas no sólo al yo sino también a la especie, al género, a la raza, al mundo, a la naturaleza.El monstruo como figura de alteridad referida a múltiples esferas de la experiencia y de la imaginación se fue trasladando a espacios de representación variados, y recuperando y reformulando parte de su larga memoria discursiva, fue anidando en los distintos géneros, en donde fue adquiriendo sentidos y formas muy diversas.Los monstruos de la ciencia ficción son frutos de la acción humana, del avance espectacular de la ciencia y la tecnología, ya sea por pericia o por error, o bien son fruto de otras naturalezas antes desconocidas propias de lugares distantes a nuestro mundo. Éstos pertenecen a otros mundos sociales en los que las instituciones, las costumbres, las formas de subjetividad suelen ser muy distintas de las humanas. Su sola presencia reclama la pregunta por la validez de la centralidad de la identidad —de nuestro mundo, de nuestra especie— a la que estamos acostumbrados por simple naturalización.