Tras la segunda guerra italiana entre los partidarios del emperador y los del rey de Francia, y hasta comienzos del siglo XVII, el ejercito de la monarquía española se convirtió en una máquina incontestable. Las armas se manifestaron como el principal recurso para mantener la integridad de aquellos territorios que conformaban el heterogéneo patrimonio de los Austrias. Su superioridad en el campo de batalla se tradujo en una sensación de imbatibilidad, representada por los tercios, que supusieron el corazón y el paradigma del ejercito de los Habsburgo.
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