La prosa de Francisco González, la historia que narra, sus personajes —definidos, vivos, contemplativos— nos recuerda no solo las grandes novelas como "María", de Jorge Isaac, o "La casa de las dos palmas", de Manuel Mejía Vallejo, sino que se inscribe en esos capítulos de una Colombia rumorosa por campo donde perviven sus protagonistas, con sus tradiciones más exacerbadas que oscilan entre la religión y la política; es una prosa ágil, sin dudas, sin retóricas incomprensibles, y eso hace que su narración fluya y pueda ser comprendida aún por lectores noveles. Adrián Pino Varón