Nadie se acuerda de entonces. Ni tan siquiera de las palabras que explotaban cerca de nosotros, entre sangre y ventiscas, cubriendo huecos de lejanía a golpes por la madera o heridos de luz. El poeta va disfrazando pájaros, helechos sin frío y líneas marginales al estreno del labio. Y surge el miedo de escribirse en sus ver sos. ...