Lanzado a la trasgresión, escrito con un enrojecidos ese halo de melancolía que le canta al instante entre las preguntas del hoy, los ojos del ayer y los anhelos de un mañana hecho alguna otra figura enrevesada. lenguaje coloquial, por momentos burdo, sin ningún tipo de recato y con la intención de sembrar el desdén en la poesía, las palabras de Mamarrachos encuentran su acomodo en la barra de un bar, una habitación clandestina, alguna esquina perdida bajo la penumbra de la noche para regresar a nuestros ojos con el poder de sus imágenes, a nuestro tímpano, con su musicalidad, a nuestros pómulos, con la caricia de una mano que delinea nuestras facciones, y como cualquier borracho, se tienden en cualquier cama a la espera de un lector que las sepa comprender, que encuentre en sus ojos