Cuando Martina llega a Nueva York a casa de su papá tras mucho tiempo sin verlo, no solo lo encuentra a él muy diferente, sino que todo le resulta nuevo y sorpresivo: los paisajes, la gente, el idioma. Martina comprenderá que las circunstancias pueden moldear el carácter y los sentimientos. Afortunadamente conoce a alguien que le ayudará a sobrellevar la nueva situación: su vecino, el monje Yukio. Para aprender lo más preciado, valioso y fundamental de la vida, es preciso entender que si miramos desde otras perspectivas, podremos conocernos y quizás observar el mundo a través de los ojos de los demás.
"Era un libro para mi hija y a ella le gustó."