El oleaje abandona los restos del día, los deposita con cuidado al pie de mi cama. Se trata de una ofrenda, pero no deseo levantarme. Me aferro a la almohada, a los charcos de oscuridad que me protegen. El oleaje insiste, desliza entre las sábanas su frío y su silencio. Abandono el sueño a la mitad, enciendo la luz y consulto el horóscopo. Aries. La luna penetra solitaria en el espejo, cuídate de la