En 1897 el célebre explorador ártico Robert Peary recogió a un grupo de esquimales de Groenlandia y los condujo a Estados Unidos para ser estudiados en el Museo de Historia Natural de Nueva York. Pero a los pocos meses sólo el pequeño Minik quedaba con vida. Mimado por la prensa, que hizo de él un símbolo de la hospitalidad norteamericana hacia los inmigrantes, Minik crecería feliz, hasta el día aciago en que descubrió el esqueleto de su padre expuesto en una sala del museo neoyorquino. Su campaña para recuperarlo fue ardua e infructuosa y, convertido en personaje molesto para el buen nombre de las instituciones, fue enviado de vuelta a Groenlandia. El joven tuvo que rehacer su vida entre los hielos a partir del código de sus antepasados. Pero cuando comenzaba a adaptarse, «el esquimal de Nueva York» fue vencido por la nostalgia y regresó a Norteamérica, donde iba a completar su trágico destino. Documentado y evocador, este libro relata la dolorosa peripecia de un individuo atrapado entre dos civilizaciones, al tiempo que ofrece la sorprendente revisión de toda una época y descubre la falta de escrúpulos de quienes, en nombre de la ciencia o de intereses oscuros, buscaron su propio beneficio olvidando las sagradas verdades de la tierra.