La humanidad lleva más de 4.000 años construyendo murallas para protegerse: desde la muralla de Mesopotamia al muro de Berlín, pasando por la Gran Muralla China y El Mirador en Guatemala. Los muros, además de defender, han trazado una línea divisoria en las sociedades que los construyen, separando a los de dentro y a los de fuera, a los salvajes de los civilizados y, en ocasiones, a los valientes de los cobardes. Reconocer su influencia requiere de una perspectiva histórica, que no dejará de sorprendernos por sus implicaciones en la actualidad.
"Excelente texto. Una recopilación de todo intento por parte del ser humano por dividir, a travéz de muros, al extranjero de lo propio."