El cielo estrellado es una provocación a la que el hombre nunca ha podido sustraerse. Tal vez movidos por el presentimiento, una forma embrionaria de las ideas, los humanos han creído que, tras esos puntos de luz que nos miran desde lejos, se esconde la respuesta que va a determinar nuestro destino.Somos criaturas de frontera, sin una línea que traspasar perdemos la mayor parte de nuestro sentido; la epopeya de la historia del conocimiento ha determinado en estos últimos siglos que, por fin, esa frontera esté en el espacio, de aquí que el conocimiento del universo se haya transformando en una necesidad casi inmediata.Por cuanto sabemos, los elementos ligeros, hidrógeno y helio, vienen a representar la casi totalidad de la materia existente. Sobre la fracción restante, constituida por núcleos más pesados, se construye la vida y, con ella, la razón humana, y he aquí que, a través de esta misma razón, el propio universo llega a preguntarse sobre sí mismo. Esta propiedad o comportamiento parece lo más desconcertante de todo aquello que nos rodea. Como consecuencia, el hombre afronta la tarea de desentrañar su estructura con el único patrimonio de sus propios instrumentos conceptuales, y lo más curioso es que parece alimentar la convicción de que, tarde o temprano, llegará en alguna medida a conseguirlo.La extraña relación que existe entre el hombre y el Universo, la complicidad que se establece entre ambos, es el origen de este libro.