Tradicionalmente se ha presentado poco interés a esas figuras que, a veces, aparecen en las imágenes de monumentos o de museos. Tendemos apercibirlos como observadores circunstanciales -y, por lo tanto, prescindibles- de un motivo mucho más importante que es la obra de arte. Sin embargo, ellos hacen que ésta termine por ser lo que es, pues la idea de creación artística implica la idea de mirar, de despertar