Así, del mundo narrativo de Tomás Val se desgajan estas piezas, criaturas indefinidas, a caballo entre el cuento y el ensayo, escapadas del ámbito de la novela para ejercer el derecho a formar parte del universo de lo posible, como cualquier ficción. Episodios pseudohistóricos, hallazgos científicos desconocidos, teorías filosóficas tal vez jamás pensadas o momentos inolvidables de biografías no vividas junto con anécdotas y curiosidades realmente acaecidas, conforman este audaz conjunto, heredero de maestros como Jorge Luis Borges o Ítalo Calvino. Val revela el verdadero milagro de la creación literaria: el de dotar de entidad a acontecimientos que, al ser contados, recobran posibilidad de existir y de mezclarse con la vida, con la de carne y hueso, sin usar más truco ni artimaña que la del incuestionable talento del novelista.