"La muerte nos sube la tristeza hasta el ahogo: así consolida lo que estima su inigual victoria; así aplasta nuestro aliento e impulsa a que expresemos ciertas blasfemias al Dios que parece ausente. La muerte, la sobrevivencia, el duelo, la nostalgia… He aquí, en este contragolpe infinito, donde se encuentra el poeta Luis Cruz-Villalobos, crucificado por la muerte de su amigo-hermano Óscar Saavedra Arévalo, teniente coronel del Ejército chileno, mientras volaba hacia la Antártida. Conmueven leer los 18 trenos, frutos del desgarro y la querencia: también los textos inicial y último, escritos y publicados en 2010 y 1995, respectivamente: ambos preludian la ausencia que ahora se sumerge en las frías aguas del mar de Drake. Dolor insilenciable el de Cruz-Villalobos, poesía para clamar, al Dios de la ternura, contra la hechura frágil del hombre." Alfredo Pérez Alencart, Universidad de Salamanca.