La transferencia es un concepto fundamental que involucra lo que constituye su fuente: el texto de la experiencia de la que el analista no puede ser elidido. Revela un lugar, no sólo disimétrico, sino algunas veces incómodo, otras tantas permeable a embrollos o encrucijadas, algunas otras pendiendo de un hilo siempre amenazante con cortarse. Pasible a su vez de los peores afectos, pero no sólo del desdichado que viene con su pena o su odio, también habremos de confesarlo, ¡válganos Dios!, a veces del analista. Una tarea en lo imposible de decir, que conjuga letras, cuerpos, poesía. Y en los tiempos que corren, ¿qué lugar tiene la transferencia en la clínica? ¿Transferencia en la era líquida o liquidada? Preguntas que constatan la dificultad en su instalación, la desorientación en su disolución y entremedio los tiempos de su despliegue. Propiciar una vez más su discusión, nos lleva a revisar el lugar y la función de la sugestión en la práctica, la transferencia como “patio de juego”, la presencia del analista indisoluble del concepto de inconsciente y articulada al deseo del analista. La transferencia como demostración de que el inconsciente y su cara real, es de lo que se está enredado. La inclusión del analista-partenaire, ¿excluye el concepto de transferencia, o le otorga una mayor precisión al nuevo amor que proclama? Esta publicación tiene como antecedente un curso anual, que se desarrolló en el Hospital Argerich, durante el año 2018. De lo producido en esos encuentros surge este texto, manteniendo los ejes desplegados por cada invitado y las intervenciones de su auditorio. Una diversidad hilvanada por un hilo compartido: cómo transmitir algo de lo que la práctica psicoanalítica nos enseña. Tal vez entre las fisuras que el entramado de sus páginas no acierta a cubrir, resuene el eco del deseo que lo animó cada vez que este libro encuentre a su lector.