La obligación suprema de todo ser humano es buscar la felicidad. Desterrando la idea de que la vida es un valle de lágrimas, debemos entender que es una oportunidad única y maravillosa para planificarnos y para ayudar a los demás, mediante el amor, la fraternidad, la solidaridad y la tolerancia, en la tarea colectiva de aprender y enseñar la felicidad.