Se suele recordar el último tercio del siglo XVIII y el primero del XIX, como la era de las revoluciones, la de las declaraciones de derechos, la de la instauración de la democracia de los modernos. Todo esto es bien cierto y bien digno de memoria, pero el mismo nivel de relevancia tiene otra reinvención de esta época apasi onada, la de las constituciones. El constitucionalismo liberal, el gran invento, junto