El viaje que Mario Barrero Fajardo propone a lo largo de estas páginas consta de dos etapas: en la primera se muestran los orígenes del fastidio que tanto Maqroll el Gaviero como Mutis pusieron de manifiesto respecto a los espacios por los que transitaron, cumpliendo siempre su función de “ojos avizores” atentos a sus variopintos interlocutores. En la segunda se explora una de las líneas de fuga espacio-temporales que Mutis propone en su obra para hacer frente al tedio y al desasosiego que le generan la sociedad moderna: la creación de una ficcional “tierra caliente”,