Con treinta y un años, Winter Morrison se considera una mujer florero, dedicada principalmente a colmar los deseos de David, su marido, un ambicioso ejecutivo del mundo de la publicidad. Catas de vino, películas de arte y ensayo, restaurantes de moda, todo es imprescindible para mantener una abultada agenda social e importantes contactos en el mundo de la empresa. Sin embargo, ningún esfuerzo es es suficiente para David, quien considera que Wyn ya no está a la altura de las circunstancias.