El lobo gris se come una mosca mientras duerme la siesta y, de pronto, se da cuenta de que cecea al hablar. Sus hermanos lobos, al oírle, se ríen de él y el jefe de la manada le dice que no vuelva hasta que deje de cecear. Al lobo gris se le ocurre una idea genial: comerse a la araña para que esta se coma a la mosca... pero la idea no resulta ser tan brillante: le salen hilos por todas partes y el ceceo no desaparece. Entonces, se le ocurre otra gran idea: comerse al pájaro para que se coma a la araña y a la mosca. Pero sigue ceceando y, además, empieza a revolotear con torpeza. Un zorro le sugiere que pase por un pequeño hueco entre dos árboles. Al hacerlo, la tripa le explota y así expulsa a la mosca, a la araña y al pájaro, y consigue por fin dejar de cecear. Ahora ya sí podrá volver a la manada con los demás lobos y será aceptado de nuevo por el jefe. Pero al final se come un cordero... y vuelta a empezar.
"Lo ama mi hijo, se rie muchísimo "